LA PERFECCIÓN ES UNA TRAMPA

¿Hacer o no hacer? – Esa es la pregunta.

Bueno, no exactamente. Hay otra pregunta ¿Qué tan bueno tiene que ser eso que quieres hacer?

La realidad es que existe un selecto grupo de individuos con grandes ideas y deseos de crear cosas que impacten positivamente su entorno, pero… y este es un gran pero; su insaciable apetito de alcanzar ciertos estándares de “perfección” los llevan a un camino bifurcado en el que tienen que elegir entre nunca terminar lo que iniciaron (si en algún momento lo iniciaron), o terminarlo  tan tarde que ya para entonces nadie tendrá interés en verlo.

Ninguno de los dos tiene final feliz.

Estas personas caen en lo que llamo la trampa de la perfección. Una trampa que consiste en envolverse en una carrera por cumplir estándares de calidad que no necesariamente se corresponden con las expectativas del mercado.

Dichos estándares, excesivamente altos y en ocasiones establecidos de manera deliberada como forma de procastinación, no son más que obstáculos que interfieren entre el proceso de concepción y la puesta en marcha de una idea.

Pueda que seas consciente de que eres víctima de esta trampa, pero si no lo eres, estos son algunos signos que te ayudarán a darte cuenta:

  1. Tienes muchas ideas, pero muy pocas (casi ninguna) ven la luz.
  2. Llevar una idea de la concepción a la práctica siempre te toma más de lo en un principio pensaste.
  3. Sueles notar detalles en cosas que por lo general son ignorados por la mayoría.
  4. Se te hace muy difícil delegar.
  5. Te sientes con el compromiso de hacer “lo mejor” o no hacer nada.

No es que estas cualidades sean del todo malas, el problema viene cuando se convierten en obstáculos que no te dejan avanzar en el proceso de ejecución de una idea.

Ahora bien ¿Qué puedes hacer al respecto?

  1. Establece fechas límites rígidas para tus proyectos: Un proyecto sin fecha límite fácilmente se retrasa y hasta se puede llegar a perder entre correcciones minúsculas y ajustes insustanciales.
  2. Busca figuras de autoridad para compartirles tu idea y la fecha límite. De esa manera tendrás a quién rendirle cuentas y generarás una presión positiva. Esas figuras de autoridad pueden ser familiares, tu conyugue, compañeros de trabajo u otra persona que respetes.
  3. Ejercita con frecuencia la delegación de tareas a otros. Al principio será incómodo, así que comienza con tareas sencillas.
  4. Practica “el mínimo necesario”. Esto significa, realizar lo mínimo que se requiera para que el proyecto se haga público.  La idea no es hacer trabajo mediocre, sino sacar tu idea a la luz e ir recibiendo retroalimentación que luego te permita mejorarla.

Creer que estamos siendo diligentes al invertir todo nuestro tiempo y energía en la creación de proyectos que, a lo mejor luego no serán recibidos como esperamos, es un error.

Debemos producir lo suficientemente rápido como para darnos cuenta a tiempo si vale la pena invertir más tiempo y energía en perfeccionar esa primera versión de nuestro producto, o si de plano debemos abandonar y migrar al siguiente.

En palabras de Seth Godin, la manera de crear “buen trabajo” es hacer suficiente “mal trabajo”.

No dejes que la perfección se interponga entre tus ideas y el mundo.