¿Qué garantías me das que lo que me dices es cierto?
Esa (o alguna variante) es una de
las preguntas más comunes que los compradores le hacen a los vendedores.
Esta pregunta viene de la falta
de uno de los elementos más importantes en cualquier negociación, la confianza.
Esa falta de confianza, que tiene razón suficiente de ser, genera
incertidumbre.
Desde hace décadas los negocios
crearon una forma de reducir la barrera de la desconfianza, las garantías.
Atendiendo a qué tan bien nuestro producto satisface las
expectativas del cliente, los mismos han sido agrupados en 4 niveles: producto
básico, producto esperado, producto aumentado y producto potencial.
Un producto básico
apenas satisface la necesidad o problema que pretende resolver; el producto esperado tiene todas las
características que un consumidor experimentado esperaría que el producto
tuviera (Ejemplo, quienes frecuentan hoteles esperan que estos tengan agua
caliente en la ducha, aunque no necesariamente se cumpla); el producto aumentado es aquel que agrega
elementos de valor adicionales a lo que el cliente esperaría y muy por encima
del producto básico; por último, el producto
potencial representa aquello en lo que nuestro producto podría llegar a
convertirse.
Es muy común que los dueños o
administradores de negocios con cierta antigüedad en el mercado crean que
tienen todo controlado, que se las saben todas, que tienen un negocio a prueba
de fallas.
Es más común que estas mismas
personas confundan “tener un negocio
estable” con “tener un negocio
estático”.
Hay una realidad que a menudo es
ignorada: Si no estás avanzando, estás retrocediendo.
A estas alturas uno pensaría que la
importancia de los libros como fuente de conocimiento no debería ser tema de
debate. Es algo en lo que todos podemos estar de acuerdo.
En un artículo de Blinkist
Magazine sobre los hábitos de lectura de algunos de los CEO´s más exitosos
del mundo, se señalan unos puntos muy interesantes respecto al tema. Entre
ellos, el de que el 88% de las personas financieramente exitosas leen al
menos 30 minutos al día.
Entre la lista de personalidades
citadas como referencia están Warren Buffett, Oprah Winfrey, Elon Musk, Barack
Obama y el mismísimo Bill Gates, quien dice leer alrededor de 50 libros por año.
Visión, Misión y Valores, los
tres cuadros más famosos en las áreas de recepción de las empresas. Pero, ¿Cuántas
empresas verdaderamente cumplen con lo que predican? ¿De verdad saben lo que
significan estos enunciados?
Y qué hay de estas otras que
tienen slogans como “Somos los más
rápidos”, y su servicio es decepcionantemente lento; “Somos
los más económicos”, pero sus precios están por encima de la competencia; promueven
“Compromiso y responsabilidad”, pero no
son ni comprometidos ni mucho menos responsables.
El término placebose
utiliza para describir el conjunto de efectos positivos que determinada cosa puede causar en una persona, no porque la cosa
tenga la propiedad de causarlos, sino porque la persona lo cree así.
Las pastillas sin ingredientes activos que eliminan esos
dolores de cabeza sin razón médica alguna; las bebidas de colores que “aumentan
tu rendimiento” en el desarrollo de
alguna actividad física y hasta los remedios caseros que curan casi de
inmediato ciertas dolencias, son ejemplos comunes del efecto de los placebos en
las personas.
A la fecha hace ya casi un año que participé en una
conferencia de unos 40 minutos con el consultor José Pineda. Una
persona dinámica, preparada y sobre todo con una mentalidad muy clara sobre lo
que se debe o no hacer para administrar bien.
Pineda mencionó una frase que captó mi atención y que al día
de hoy la sigo implementando como parte de mi filosofía de trabajo, decía: “Para
administrar bien, hay que administrar a
la chiquita*”.
En mi país (República Dominicana), al igual que en muchos
países latinoamericanos, hay un dicho popular que dice “La carga se arregla en
el camino”. Este dicho hace referencia a cuando los viajeros, que usaban burros
y caballos para acarrear diferentes tipos de carga, no podían darse el lujo de
tomar mucho tiempo acomodando las cosas ya que podía hacerse tarde y los
caminos tornarse peligrosos.
Ese dicho lo he escuchado un sin número de veces en las
bocas de emprendedores que lo utilizan para justificar su falta de
planificación antes de iniciar un proyecto.
He mencionado las alianzas estratégicas en varias ocasiones en este blog (aquí y aquí,por ejemplo), sin embargo, nunca había escrito exclusivamente sobre ellas.
¡Pues llegó la hora! Comencemos por explicar lo que es una alianza estratégica.
De manera general, una alianza estratégica es la unión de dos o más negocios de naturaleza diferente pero cuyas audiencias poseen características e intereses comunes. Esto con la finalidad de que entre ellos puedan apalancar su crecimiento mientras mantienen su independencia como marcas.
Todos saben que la buena atención al cliente es uno de los pilares
del éxito de un negocio. Todos somos capaces de diferenciar un buen servicio de
un mal servicio. Todos queremos tener una buena experiencia de servicio; sin
embargo, cuando nos toca ser quienes brindamos el servicio, parecemos olvidar
lo anterior.
La atención al cliente puede construir o destruir tu negocio.