El término placebo se utiliza para describir el conjunto de efectos positivos que determinada cosa puede causar en una persona, no porque la cosa tenga la propiedad de causarlos, sino porque la persona lo cree así.
Las pastillas sin ingredientes activos que eliminan esos dolores de cabeza sin razón médica alguna; las bebidas de colores que “aumentan tu rendimiento” en el desarrollo de alguna actividad física y hasta los remedios caseros que curan casi de inmediato ciertas dolencias, son ejemplos comunes del efecto de los placebos en las personas.
Pero, ¿Por qué habría de importarte esto?
A pesar de que los placebos han existido en la medicina desde hace muchísimos años, hay una clase de placebos de la que casi no se habla. Me refiero al efecto placebo que causa en el comprador la experiencia de adquirir determinado producto, el efecto placebo en el marketing.
¿Cómo comparas la experiencia de ponerte una camiseta de US$7 versus una de US$35 o hasta de US$125?
¿Qué sensación experimenta consumidor que compra un producto Apple versus lo que experimenta el que compra uno Huawei?
¿Cuál vino sabe mejor, el de US$18 o el de US$112?
El efecto placebo no determina la calidad del producto, ni siquiera define qué tan bien ese producto cumple la misión para la cual fue diseñado. Lo que sí determina el efecto placebo es lo que siente el consumidor al utiliza el producto.
Lo sé, no suena racional. Pero es normal.
De hecho, se podría afirmar que el 95% de las decisiones que tomamos se gestan en el subconsciente, no en el lado consciente del cerebro.
Tomemos por ejemplo a los fanáticos de la marca Apple, quienes suelen decir que les gustan sus teléfonos por la calidad de su cámara. Por ello justifican el pagar precios que pueden rondar hasta los $1,500.00 dólares.
Curiosamente, en una prueba de cámara a ciegas realizada por el famoso youtuber de tecnología MKBHD, la cámara del iPhone fue derrotada por un teléfono chino de unos US$300.00, el PocoPhone.
Más curioso que lo anterior es el hecho de que estos resultados no han afectado para nada la venta de los iPhones.
La gente no quiere la cámara, quiere la experiencia que vende Apple. Apple no vende la mejor relación calidad precio o tecnología/precio en sus productos, vende estatus.
Apple vende la idea de que el poseer uno de sus dispositivos, a pesar de ser más costosos que la competencia, a pesar de no ser superiores a su competencia en muchos sentidos, elevará tu estatus por encima de los demás usuarios de la tecnología móvil.
No es nada en contra de los usuarios de Apple (Yo uso un iPhone), lo que quiero dejar claro es que el efecto placebo es tan poderoso que somos capaces de crear toda una narrativa para justificar las decisiones tomadas, aun ignorando los datos y basándonos casi por completo en la manera en que esa decisión nos hace sentir.
Ahora, ¿Por qué debe interesarte esto? ¿Acaso debes luchar contra el efecto placebo para vender más de tus productos?
Este tema debe interesarte porque en un mundo cada vez más competitivo, y en donde los consumidores le dan más valor a la experiencia que a las prestaciones descritas en la etiqueta, ignorar el efecto de los placebos puede resultar fatal.
Y no, no tienes que luchar en su contra; debes conocerlo y entenderlo para luego poder aplicarlo a tu favor.
Y no me refiero a aplicarlo de una manera manipuladora y dañina. Sino como una forma de enriquecer la experiencia de tus clientes al interactuar con tu producto.
Si la comida que ordenaste es servida de manera delicada, con una sonrisa, a tiempo y en un ambiente agradable; el sabor de la comida será mucho mejor que la misma comida servida en condiciones contrarias.
El efecto placebo, a pesar de que trabaja en el cerebro, es real.
Identifica cuáles son los placebos que pueden enriquecer la experiencia del público con tu producto o servicio y aplícalos de manera consciente y metódica.
Los resultados valdrán la pena tanto para ti como para tus clientes.
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