Para mi resulta sorprendente el hecho de que a estas alturas hayan dueños de negocios que justifican la lentitud en el servicio diciendo la clásica frase: “Lento… pero seguro”. Creyendo que porque lograron resolver el problema que el cliente fue a resolver, el tiempo se vuelve irrelevante.
La realidad es que, a menos que
la naturaleza de tu servicio amerite la lentitud como parte del servicio mismo
(No sé, paseador de tortugas o algo así), la gente quiere que le atiendan
rápido.
La gente no va a un restaurante
una hora antes de que le dé hambre, van cuando ya tienen hambre. Si llegaron
con hambre, ¿Qué te hace pensar que quieren esperar una eternidad para poder
comer su comida?
Todos quieren que su auto sea
reparado a la mayor brevedad para así poder continuar con sus vidas. Esperar en
un taller sucio e incómodo no es atractivo.
El servicio lento arruina la
experiencia del cliente, ¡fin de la historia!
Dicho lo anterior…
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